martes, 21 de agosto de 2012



                     TEMPLANZAS
Sopla el viento con terquedad en el añoso marco
De la ventana, como el unísono y ruidoso aleteo
De una gran banda de pájaros asustados.

Quisiera huir, perderme  en la mayestática lejanía
Teniendo detrás a un sol, que como yo, va escapando
 Cada rojo atardecer de un irremediable ocaso.

Mis ayeres y mis mañanas seguirán siendo
Entre siringas de luz, tardías bodas de latón ante
El resbaladizo talmud de mi presente.

Todos nos jugamos la vida en el gran tablero
De nuestra existencia. Unos, con más suerte
Que otros, tienen más difícil que les den gambito
O jaque-mate, y los más, solo tenemos el frágil
Respaldo de la propia sombra.

Toda buena obra de arte requiere habilidad
Y conocimiento, un don del que yo carezco,
Nunca podre ser artista en nada, lo reconozco,
Y por eso no comprendo, como hay tantos artistas,
Cual lo son, los imitadores y los de hueras palabras.

 Ironizaba una joven casadera, delante del espejo,
-Contra más atenta observo mi cuerpo, mas arrugas
Me voy descubriendo en él, con el paso de los días.
-Dicen que la arruga embellece. Quisiera aceptarlo, 
Y nos obstinamos en que el espejo haga milagros,
Siempre remisos perecer en el holocausto de los años

Admirado estoy de esas gentes que mienten con tanta
Contundencia y aplomo tal, que me tienen fascinado.
Creo que deberían de erigirle una estatua a cada uno
De ellos en una plaza ¡Pero sería la plaza de estatuas
Más grande del mundo!

Como reseca támara de olivo soy, y esta arde con harta
Facilidad ante el fuego de una ilusión y máxime, cuando
Algo o alguien traspasan el umbral de mis sentimientos.

Entre mis manos, hoy gravita una agrisada pesadumbre;
Las siento húmedas y frías ¿Será acaso, que al llevarlas
A mis ojos, habrán quedado untadas de un llanto-niño?






La desnudez del cuerpo, para algunos es menos
Vergonzosa que la del alma; sobre todo para quienes
 Hacen un escudo de esta, y así con este, no dañarse
Por eso cuando a veces se nos rompe ese escudo
Aun más nos desnudamos por dentro ante los demás.

La dicha de ver cada día la luz del sol, no debe nunca
Desdibujar  una mirada grave; inmersa esta, en su motivo.
La vida es una gasa extendida y todos nos vestimos de ella.

Ningún ser humano podrá jamás conseguir que una rosa
Le descifre su secreto. Ni siquiera las rimas becquerianas,
                          Con el bello y exultante numen de su autor lo lograrían.
                          La rosa es, y será con su espina, como el amor al alma...         
                                                              . . . . . . .

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